Proclamación de la República en Algar

El 12 de abril de 1931 se celebran elecciones municipales en toda España. En las principales ciudades y capitales de provincias donde el apaño caciquil tiene menos fuerza, las candidaturas republicanas vencen. Ante tal victoria el rey Alfonso XIII marcha al exilio y se proclama la II República Española.

En Algar el número de habitantes ascendía a 3.284, y sus electores a 1.6523 . 

Las candidaturas monárquicas fueron las ganadoras de las elecciones. Éstos sacarían diez concejales que se dividirían entre siete conservadores y tres liberales. Respecto a los republicanos obtendrían cinco concejalías, divididas entre dos socialistas y tres republicanos independientes . Consultados los resultados en el Boletín Oficial de la Provincia los votos quedaron repartidos de la siguiente manera: 


El 17 de abril fueron cesados todos los concejales monárquicos haciéndose cargo del nuevo Ayuntamiento una Comisión Gestora designada por el comité de la conjunción republicano-socialista en los que estaban presentes el radical Bartolomé Castro Benítez y el socialista Rafael Cintado Castro. El relevo en la alcaldía se realizó de una manera pacífica e incluso hubo “una cordial despedida” entre los miembros cesantes y entrantes de la corporación municipal. Aun así el alcalde saliente, Francisco Canto Romero, el primer teniente de alcalde saliente, Antonio Piñero García y el concejal monárquico Diego Piñero Girón protestaron “por no haberse llevado a cabo la constitución del nuevo Ayuntamiento con arreglo a las ordenes de la superioridad” por la que se ordenaba “la inmediata constitución del nuevo Ayuntamiento con los concejales que resultaron triunfantes en las últimas elecciones, cualesquiera que sea el matiz político de los mismos” .


El 27 de abril se procedió a la elección de alcalde resultando elegido el radical Manuel Girón Gómez por 2 votos contra 1 que se llevó el también radical Bartolomé Castro Benítez, quedando este como primer teniente de alcalde


De las primeras decisiones que tomó la nueva Comisión Gestora fue la de la reforma del callejero algareño. Los antiguos nombres, alguno de los cuales hacían referencia a la Iglesia y a la Monarquía, fueron sustituidos por otros de raigambre republicana. También decidió celebrar la feria de ganado, como se venía haciendo desde tiempo atrás, en el lugar denominado cerco de La Alberta. Y emprender una serie de obras de reforma en la plaza de toros, el mercado público y las calles así como la limpieza de calles, plazas y el extrarradio . Para evitar altercados como los que según el alcalde, Manuel Girón Gómez, se estaban llevando a cabo en todo el país contra el nuevo régimen republicano decidió crear un grupo que “con carácter de milicia local o guardia cívica” vigilase la población.


El 14 de mayo, transcurrido un mes desde la proclamación de la República, se decidió convocar de nuevo elecciones en todas aquellas poblaciones en las que se hubiera incoado expedientes de protesta a tenor de lo dispuesto en las circulares del ministerio de la Gobernación del 16 y 18 de abril . Algar fue una de las 25 localidades de la provincia de Cádiz donde se desarrollaron de nuevo elecciones locales el 31 de mayo de 1931. Resultó triunfante la candidatura republicano socialista. El día 5 de junio se constituyó el nuevo Ayuntamiento algareño.



La primera decisión de la nueva corporación fue organizar el Ayuntamiento en ocho comisiones permanentes: Gobernación, Guerra, Fomento, Hacienda, Instrucción Pública, Policía Urbana, Policía Rural y Festejos repartidas entre los diferentes concejales. Uno de los principales problemas de Algar era que estaba prácticamente incomunicada, por ello el alcalde, Bartolomé Castro, realizó una serie de gestiones para poner en marcha las obras del primer trozo de de la carretera a Ubrique y la segunda sección de la Jerez a Cortes por Algar. La situación social en Algar era muy delicada con una gran cantidad de obreros en paro.

Por ello el alcalde y la corporación decidieron contratar al mayor número de obreros para ocuparlos en el arreglo de las calles del pueblo. Para ello se aprobó un plan de obras valorado en 24.998 pesetas. También existían tensiones en la localidad con los antiguos dirigentes monárquicos. Así el alcalde denunciaba en el Pleno una campaña de difamación contra él y el Ayuntamiento republicano “con el deliberado intento de obstaculizar y crear dificultades a la actuación de este organismo”.


Las tensiones dentro de la conjunción republicano-socialista no se hicieron esperar. Así el primer teniente de alcalde, Rafael Cintado Ramos, de la minoría socialista, presentó su dimisión argumentando que no tenía la confianza del alcalde ni del gobernador civil. Los compañeros de corporación rechazaron la propuesta de dimisión . Tras la proclamación de la Segunda República se dieron una serie de incidentes de carácter anticlerical.


El cura-párroco Pedro J. Romero Ordoñez dirigió un escrito a la corporación en el que denunciaba que para las fiestas -velada- de ese año no se hubiera programado la salida de la Virgen de Guadalupe, patrona de la localidad. El cura decía que tenía decidido sacar en procesión a la Virgen el día 8 de septiembre de 1931 y por tanto le solicitaba a la corporación que garantizara el orden público ante cualquier intento de perturbación durante la procesión. La corporación decía que la procesión suponía un peligro debido a “los ánimos exaltados” y a las escasas fuerzas con las que contaba el municipio. No impedía la procesión pero no garantizaba la protección y por tanto para la corporación la mejor opción era “prescindir de todo culto externo”. Los problemas religiosos no terminaron aquí. La corporación trató la “dañosa conducta” del párroco contra la corporación municipal.

El alcalde denunció que el cura hacía ostentación de un arma corta por lo que fue denunciado al juez del Partido Judicial de Arcos de la Frontera. También decía que el cura, con su actitud, era “odiado” por los republicanos considerándole “enemigo del actual régimen”.

El clima anticlerical en Algar hizo que el Ayuntamiento tomara medidas como la de sustituir la lápida de “Cementerio Católico” por la de “Cementerio Civil” a la entrada del camposanto, el intento de prohibición de ostentación de cruces o incidentes en los entierros civiles. Así mismo intentó imponer un arbitrio por cada campana y limitar su toque desde la salida del sol hasta la caída del mismo. Según el concejal Rosado Mena el toque de campana suponía “una molestia para el vecindario no creyente”. Aun así el cura hizo caso omiso a la imposición y continuó con el toque de campana fuera del horario estipulado; incluso envió un escrito para que se revocara el acuerdo adoptado por la corporación. Parte de la corporación solicitó que se le impusiera al cura una multa de 15 pesetas por desobediencia. .

Uno de los conflictos más delicados que hubo en Algar durante el periodo republicano fue el del enfrentamiento entre el gobierno municipal, encabezada por el alcalde, Bartolomé Castro, y la directiva del Pósito. El Ayuntamiento había decretado el 12 de septiembre de 1931 la municipalización del Pósito, cuya directiva estaba copada por los antiguos miembros de la oligarquía caciquil algareña, algunos de los cuales fueron detenidos. Estos reclamaron ante las autoridades la decisión adoptada por el Ayuntamiento, así éstas decidieron enviar inspectores para levantar acta de lo que sucedía. La Dirección General de Agricultura dictó que el Pósito pasara de nuevo a manos de sus antiguos directivos.

Contra esta decisión expresaron su repulsa los labradores y el vicepresidente del Partido Republicano Radical, Fernando Franco García, en nombre de sus 160 afiliados . El 1 de diciembre el gobernador civil suspendió al alcalde, Bartolomé Castro Benítez, designando al primer teniente de alcalde, Rafael Cintado Ramos, para que ocupara la alcaldía. El escrito de destitución decía que lo deponía por abuso de autoridad ya que según el gobernador civil -González Taltabull- el alcalde había ordenado la detención del presidente y el secretario del Pósito así como a un sobrino del primero. La corporación defendió al cesado alcalde diciendo que era incierto que se hubiese detenido al secretario del Pósito, José Calvillo Gómez, y que si bien había detenido al presidente, a un hermano de este y a su sobrino no era por la razón de la municipalización del Pósito sino por injurias y calumnias que habían realizado públicamente y en prensa contra el alcalde y la corporación republicana. Igualmente denunció la mala administración del Pósito como la de quedarse con dinero de los préstamos por parte de algunos miembros de la directiva y las irregularidades cometidas por Juan del Negro, jefe de la Sección del Pósito del Ministerio de Economía Nacional al levantar las actas de inspección .

Todos estos hechos tuvieron que pesar en la salud del alcalde suspendido, Bartolomé Castro Benítez, que falleció a primeros de febrero de 1932. La corporación municipal hizo constar en acta “el profundo sentimiento” que le había producido “la prematura y repentina muerte del alcalde” describiéndolo como un “batallador republicano, que durante toda su vida pospuso sus propios intereses a los generales del pueblo”.

El Ayuntamiento decidió hacerse cargo de todos los gastos del sepelio . Durante los siguientes meses se fue perfilando los cargos que cada cual desempeñaría en la corporación. Así fue elegido alcalde el que lo venía haciendo accidentalmente, el socialista Rafael Cintado Ramos. Como primer teniente de alcalde el radical Salvador Reguera Gómez, como segundo teniente de alcalde el socialista Antonio Pérez Gil. Como regidor síndico fue elegido Manuel Girón Gómez. Finalmente el cargo de depositario lo desempeñó el socialista Esteban Rosado Mena . La crisis de trabajo se agudizó en Algar.

Así la corporación decidió realizar una serie de gestiones ante el gobernador civil para poder colocar en las obras que se estaban ejecutando para la construcción del pantano de Guadalcacín a obreros parados de Algar. También se solicitó al Ministerio competente la reanudación de los trabajos en la carretera de Ubrique a la de Jerez a Cortes a su paso por Algar cuyo proyecto estaba ya aprobado. El día 21 de julio de 1932 los trabajadores algareños en el pantano de Guadalcacín estaban en huelga.

El delegado del gobierno en la Mancomunidad Hidrográfica del Guadalquivir manifestaba al alcalde que 30 obreros estaban en huelga en solidaridad con la huelga agrícola que se desarrollaba en la localidad. Pero según el alcalde no había tal huelga sino que esos 30 obreros, la mayoría pertenecientes a la UGT, habían dejado de trabajar por problemas con compañeros de la CNT que según el alcalde habían vejado a los obreros algareños. Pedía que se organizara una cuadrilla con obreros de Algar solamente y no mezclándolo con otros obreros.

Por otra parte el alcalde, Cintado Ramos, denunciaba el boicot que estaban realizando los patronos en la localidad al no realizar labores en sus fincas según la Ley de Laboreo Forzoso, lo que ocasionó un grave problema de paro al que el Ayuntamiento tuvo que hacer frente socorriendo a los obreros. Estos problemas se daban en las fincas denominadas “Vega de Echevarría” y “Majadal de Ruiz”, cuyos dueños pretendían transformar buenas tierras de cultivo en dehesa. La corporación informó de estas dificultades al ingeniero jefe de los Servicios Agronómicos proponiéndole que el gobierno le respaldara mediante decreto y declarara las fincas como “abandonadas” incautándose de las tierras haciendo entrega de las mismas a la sociedad “Cultura Obrera”, afín a UGT .

También la corporación insistía en solicitar a las autoridades competentes la realización de una serie de obras públicas para solucionar el paro, como la construcción de un grupo escolar, la instalación del teléfono y la traída de aguas a la población. Los proyectos de traída de agua a Algar se remontaban a 1914, cuando el ingeniero lebrijano Juan Gavala Laborde realizó un estudio para tal fin . Un incidente bastante serio se dio a finales del año 1932. A finales de noviembre una serie de obreros se presentó en el Ayuntamiento quejándose de la forma de actuar del juez municipal y del fiscal. Las denuncias no eran nuevas. Al parecer el juez tenía paralizadas varias denuncias que habían interpuesto por diferentes motivos los obreros. También le acusaban de actuar de forma arbitraria.

El día que ocurrieron los hechos los obreros tuvieron un juicio durante el cual no fueron escuchados por el juez pero si fue escuchado el denunciado, esto caldeó los ánimos. A la salida del juicio los obreros rodearon a uno de los miembros del Tribunal, el arcense Antonio Macías Marmolejo y le “invitaron a que inmediatamente abandonara la población”. La rápida actuación del comandante de puesto de la Guardia Civil de Algar, el sargento Juan Fernández Fernández, logró calmar los ánimos. Macías abandonó la población y la actuación del juez fue puesta en conocimiento de las autoridades competentes. Este suceso y la forma de tratarlo en la sesión del día 28 de noviembre de 1932 acarreó una grave crisis dentro de la corporación algareña.

El concejal Manuel Girón Gómez culpó de todo lo sucedido al alcalde. El ambiente dentro de la corporación se fue enrareciendo llegándose a los insultos y a las amenazas. El concejal Girón llego a decir del secretario, Francisco Retamero Rodríguez, que le parecía “un vivo” calificativo que hizo extensible al alcalde y al concejal Rosado Mena. Este último propuso un voto de censura para Girón desafiándole éste a Mena diciendo que en la calle “era donde se verían esas cosas” haciendo referencia al voto de censura.  Todo lo ocurrido se puso en conocimiento del gobernador civil. En sesiones posteriores el concejal Girón continuó atacando a el alcalde acusándolo de mal administrador. A raíz de lo sucedido el alcalde, Rafael Cintado Ramos, presento ante el gobernador civil un escrito con su dimisión irrevocable aunque fundamentaba su decisión en problemas de salud. 

Éste contestó que debía presentarla ante sus compañeros de corporación, cosa que no hizo. Lo cierto es que la dimisión de Cintado Ramos se hizo efectiva de algún modo. Fue elegido alcalde el radical Salvador Reguera Gómez, que venía desempeñado el cargo de primer teniente de alcalde. Para este cargo fue nombrado interinamente José Baños Jiménez, que más tarde sería sustituido por Manuel Román Pan . La crisis obrera no dejaba de azotar al pueblo de Algar. En enero de 1933 un grupo de obreros en paro forzoso solicitó al Ayuntamiento socorros para poder atender a sus familias. 

El Ayuntamiento decidió acudir a los patronos, comerciantes e industriales y tener con ellos una reunión para que participaran en una aportación voluntaria para socorrer a los obreros en paro. El alcalde decidió sacar 500 pesetas de la caja y dedicarla al arreglo de las calles del municipio donde serían ocupados una parte de los obreros más necesitados. En marzo debido a la grave crisis de trabajo el Ayuntamiento estaba socorriendo a los obreros con pan y aceite. La corporación decidió distribuir el mayor numero de obreros entre los patronos de la localidad para las labores de escardo, ocupar otra parte de estos obreros en el arreglo de las calles y por último solicitar al gobernador civil la reanudación de la carretera de Ubrique a la de Jerez-Cortes por Algar que llevaba más de un año paralizada. En agosto se solicitó la intermunicipalidad –ley de Términos Municipales- con Jerez de la Frontera con objeto de que los trabajadores de Algar pudieran ocuparse en las faenas agrícolas dentro del término municipal de Jerez de la Frontera. Leer el documento completo.

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